En las últimas semanas, las imágenes del Caribe cubierto por toneladas de sargazo han inundado los medios. Este fenómeno, que afecta a países como México, República Dominicana y Estados Unidos, ha alcanzado cifras récord: en mayo de 2025 se detectaron más de 38 millones de toneladas de sargazo flotando en el Atlántico tropical, el Caribe y el Golfo de México, superando las marcas históricas del 2018. Más allá del impacto en turismo, economía y salud (por su producción de gases como el sulfuro de hidrógeno), la acumulación masiva de este alga plantea un desafío urgente… pero también una posible fuente de innovación.
¿Qué podemos innovar con este elemento natural?
¿Qué hay en el sargazo que pueda interesar a la industria alimentaria?
Aunque su aspecto sea poco atractivo, el sargazo es un género de macroalgas marrones (Sargassum spp.) con una composición bioquímica que ha llamado la atención de científicos y tecnólogos:
- Fibra dietética: contiene hasta un 50 % de polisacáridos, con alta presencia de fibra soluble.
- Alginato de sodio: un polisacárido estructural muy valorado por su capacidad gelificante y filmógena, con aplicaciones en biopelículas comestibles y envases biodegradables.
- Fucoidanos: compuestos sulfatados con propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y antitumorales, ya utilizados en la industria nutracéutica y con potencial funcional en formulaciones alimentarias.
- Proteínas y minerales: si bien su contenido proteico es moderado (6–11 %), destaca por su contenido en potasio, calcio y magnesio.
- Polifenoles, carotenoides (como fucoxantina) y otras moléculas bioactivas con interés terapéutico.
En términos nutricionales, el sargazo no se considera una fuente principal de energía o proteína, pero sí podría tener aplicaciones interesantes en la industria alimentaria, aunque su sabor amargo limitan su uso directo en productos alimentarios, pero puede ser aprovechado mediante fraccionamiento o extracción selectiva.
¿Qué podemos desarrollar con el sargazo?
Ya existen algunas líneas innovadoras que están siendo exploradas:
- Biopelículas comestibles: usando alginatos como base, se han desarrollado películas antimicrobianas y antioxidantes, combinadas con gelatinas o proteínas vegetales.
- Bioplásticos biodegradables: el sargazo permite crear materiales con menor impacto ambiental que los plásticos convencionales, útiles para envasado alimentario.
- Suplementos funcionales: el fucoidano se ha formulado en cápsulas y bebidas con beneficios para la salud cardiovascular, inflamación o inmunidad.
- Abonos naturales y precursores para fermentación: gracias a su contenido en minerales y polisacáridos, el sargazo también se estudia como sustrato biotecnológico.
Aún así, muchas de estas ideas están en fase piloto o de laboratorio. La verdadera pregunta es:
¿Qué más podríamos descubrir? ¿Qué más productos, ingredientes o procesos podríamos imaginar con esta macroalga invasora?
Queda mucho por investigar, y convertir esta crisis ambiental en oportunidad dependerá de nuestra capacidad de innovar.
Conclusión
Cada vez vemos más fenómenos naturales extremos y la innovación debe asumir también el reto de dar respuesta a los residuos y desechos que genera el entorno. El sargazo es una crisis ambiental, sí, pero también una materia prima abundante, renovable y con propiedades únicas. Transformarla en recurso es una forma de proteger las costas, crear valor y avanzar hacia modelos más circulares.
Desde New Food, ayudamos a diseñar y evaluar este tipo de proyectos. Si tu empresa quiere explorar el uso de algas en alimentación, envases o suplementos funcionales, podemos ayudarte a convertir desafíos en innovación sostenible.
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