Las intolerancias alimentarias afectan a millones de personas en todo el mundo y su prevalencia está en aumento. A diferencia de las alergias alimentarias, que involucran una reacción del sistema inmunitario, las intolerancias se producen por la incapacidad del organismo para digerir ciertos componentes de los alimentos. Este fenómeno, a menudo subestimado, puede provocar síntomas como distensión abdominal, gases, diarrea, dolor de cabeza o fatiga, afectando significativamente la calidad de vida.
Estudios recientes han revelado que hasta un 15-20% de la población mundial actual presenta algún tipo de intolerancia alimentaria, siendo la más común la intolerancia a la lactosa, seguida por la sensibilidad al gluten no celíaca, la fructosa y los aditivos como sulfitos o glutamato monosódico. Pero, en los últimos años se han identificado nuevas formas de intolerancia y an descubierto un fenómeno interesante al que ha denominado hipersensibilidad intestinal adquirida, una condición en la que una exposición repetida a ciertos componentes alimentarios genera una pérdida de tolerancia, incluso en personas que previamente los digerían sin problema.
1. Nuevas intolerancias alimentarias: lo que estamos empezando a comprender
En los últimos años han salido a la luz nuevas intolerancias alimentarias que están siendo reconocidas por la comunidad científica, muchas de ellas relacionadas con desequilibrios del ecosistema intestinal. Entre ellas, destaca el SIBO (sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado), una condición en la que bacterias normalmente presentes en el colon colonizan el intestino delgado y fermentan los carbohidratos de forma anómala, provocando gases, hinchazón, diarrea o estreñimiento.
Otras intolerancias emergentes incluyen la histaminosis alimentaria no alérgica, en la que el organismo es incapaz de degradar eficazmente la histamina presente en ciertos alimentos (quesos curados, embutidos, pescados azules), y la sensibilidad a los FODMAPs, un grupo de carbohidratos de difícil absorción.
Estas nuevas formas de intolerancia están estrechamente ligadas al estilo de vida moderno: dietas bajas en fibra, estrés crónico, uso excesivo de antibióticos y exposición continua a aditivos alimentarios. Todo ello debilita la función de barrera intestinal y favorece reacciones adversas a alimentos previamente tolerados.
2. ¿Por qué somos cada vez más vulnerables a las intolerancias alimentarias?
Diversos factores ambientales y fisiológicos están influyendo en el aumento de las intolerancias. Por un lado, la pérdida de diversidad de la microbiota intestinal —consecuencia de una dieta industrializada y del uso de antimicrobianos— reduce nuestra capacidad de digerir y fermentar ciertos compuestos de forma eficiente.
Por otro, el incremento en la exposición a alimentos ultraprocesados, con alta carga de aditivos y proteínas modificadas, puede inducir reacciones adversas en personas genéticamente predispuestas. También se ha observado que el estrés crónico altera la motilidad intestinal y la permeabilidad del epitelio digestivo, facilitando la aparición de síntomas relacionados con intolerancias.
Todo ello sugiere que no solo la genética o la edad influyen en la tolerancia alimentaria, sino también el entorno, el estilo de vida y el estado general del sistema digestivo. La prevención y el tratamiento de estas intolerancias debe contemplar un enfoque integral, desde la alimentación hasta la salud emocional. Los estudios también sugieren que la modulación de la microbiota mediante probióticos, prebióticos o dietas personalizadas puede mejorar la tolerancia a ciertos alimentos. Ensayos clínicos recientes, mostraron que una dieta baja en FODMAPs combinada con suplementos de ciertas cepas probióticas redujo los síntomas en personas con sensibilidad a fructanos.
Este enfoque apunta a una estrategia prometedora basada en la manipulación del ecosistema intestinal, que podría incluso prevenir el desarrollo de nuevas intolerancias en poblaciones vulnerables.
3. Innovación alimentaria para poblaciones con intolerancias
La comprensión científica de las intolerancias alimentarias está impulsando el desarrollo de alimentos adaptados y funcionales. Uno de los enfoques más destacados es la hidrólisis enzimática, que permite reducir o eliminar compuestos problemáticos como la lactosa o ciertas fracciones del gluten sin comprometer el sabor o la textura del alimento.
Además, el desarrollo de alimentos fermentados con microorganismos seleccionados está ganando interés. Por ejemplo, ciertos yogures y quesos fermentados con cepas lactasas activas pueden ser tolerados por personas con hipolactasia.
Otra línea de innovación es la edición de genes en cultivos para reducir la presencia de compuestos como las saponinas o los FODMAPs en legumbres, que suelen generar molestias digestivas.
Conclusión
Los avances en el conocimiento de las intolerancias alimentarias están cambiando la forma en que las abordamos. Comprender el papel de la microbiota y utilizar herramientas biotecnológicas para adaptar productos a las necesidades de cada persona es hoy una realidad al alcance de la industria alimentaria.
En New Food, impulsamos también proyectos orientados a la estrategia clean label, desarrollando alternativas a los aditivos tradicionales mediante el uso de extractos naturales y compuestos bioactivos. Además, trabajamos en el diseño y validación de prototipos alimentarios adaptados a grupos poblacionales específicos, como personas con sensibilidad a FODMAPs, intolerancia a la lactosa o sensibilidad al gluten no celíaca.Creemos firmemente que la innovación basada en ciencia es clave para ofrecer soluciones seguras, eficaces y personalizadas. Si quieres que te ayudemos al desarrollo de nuevos productos industriales para consumidores con intolerancias, contáctanos en info@newfood.es o visita www.newfood.es.