A simple vista, una película comestible parece algo sencillo: una fina capa que protege o recubre un alimento. Sin embargo, detrás de esas estructuras invisibles se esconde una de las tecnologías más fascinantes de la ingeniería alimentaria moderna: el electrohilado.
Un proceso capaz de transformar una solución líquida en fibras ultrafinas, más delgadas que un cabello humano, diseñadas con precisión para recubrir, proteger o liberar de forma controlada los compuestos activos de un alimento.
Lo que antes era una técnica de la industria textil o biomédica, hoy se adapta a la creación de alimentos inteligentes, donde la electricidad se convierte en una herramienta de diseño molecular.
El principio detrás de las fibras invisibles
El electrohilado (o electrospinning) consiste en aplicar un campo eléctrico intenso sobre una solución polimérica o biopolimérica. Cuando la carga eléctrica vence la tensión superficial del líquido, se forma un hilo continuo que se estira y solidifica en el aire, depositándose en una superficie como una red de fibras nanométricas.
El resultado es una malla flexible, porosa y comestible, que puede actuar como película protectora o como vehículo de liberación controlada.
En el ámbito alimentario, estas fibras se obtienen a partir de biopolímeros naturales como la zeína del maíz, la gelatina, la caseína, el alginato, la pectina o el quitosano.
Durante el proceso, se pueden incorporar ingredientes bioactivos (vitaminas, antioxidantes, aromas, enzimas o probióticos) que quedan atrapados dentro de la estructura.
De esta forma, cada fibra se convierte en una unidad funcional microscópica, capaz de proteger compuestos sensibles o liberarlos lentamente en el momento adecuado.
Aplicaciones que unen ciencia y funcionalidad
Una de las aplicaciones más destacadas del electrohilado en alimentos es la formación de recubrimientos comestibles ultrafinos. Estas películas, prácticamente imperceptibles al tacto o a la vista, se adhieren de forma uniforme a frutas, carnes o productos de repostería, reduciendo la pérdida de humedad y limitando la oxidación.
Además, al incorporar extractos naturales o aceites esenciales, pueden prolongar la vida útil de los productos sin necesidad de aditivos artificiales.
Pero las fibras electrohiladas no solo protegen: también pueden liberar nutrientes o compuestos bioactivos de forma controlada. Por ejemplo, una matriz de zeína o de proteínas lácteas puede encapsular polifenoles, vitaminas o probióticos, liberándolos gradualmente en función del pH o la temperatura. Esto permite diseñar alimentos funcionales que actúan de manera más eficiente, manteniendo la estabilidad de los ingredientes hasta el momento del consumo.
Incluso en productos como panes, lácteos o snacks, pequeñas dosis de fibras electrohiladas pueden modificar la microestructura interna, mejorar la textura, la retención de aire o grasa, y aumentar la cohesión sin alterar el sabor ni el perfil sensorial.
Retos actuales y visión de futuro
Aunque el electrohilado se ha utilizado en el campo de los biomateriales, su adaptación al sector alimentario requiere ajustes precisos.
El proceso debe realizarse con disolventes seguros para el consumo humano, como etanol o agua, y bajo condiciones higiénicas controladas que eviten la contaminación del producto.
Otro desafío es el escalado industrial, ya que el electrohilado tradicional produce fibras de forma lenta y en pequeñas cantidades.
Para superar esta limitación, se están desarrollando sistemas de electrohilado múltiple o coaxial, capaces de generar miles de fibras simultáneamente y de producir películas homogéneas a gran escala.
La tendencia apunta hacia una nueva etapa en la ingeniería de alimentos: crear estructuras comestibles diseñadas molécula a molécula, capaces de proteger, liberar o modificar un alimento con una precisión nunca vista.
En este sentido, el electrohilado se posiciona como una de las tecnologías más prometedoras para desarrollar alimentos más seguros, sostenibles y funcionales.
En resumen
El electrohilado alimentario permite transformar soluciones biopoliméricas en redes de fibras comestibles de alta precisión, ofreciendo nuevas posibilidades para la protección y liberación de compuestos activos.
Esta tecnología representa la convergencia entre física, biopolímeros y nutrición, y abre la puerta a recubrimientos inteligentes y sistemas de liberación controlada capaces de redefinir el concepto de alimento funcional.
En New Food, siempre a la vanguardia de la innovación, convertimos la ciencia en proyectos de I+D+i a medida, aplicando estas tecnologías emergentes para desarrollar soluciones adaptadas a las necesidades de la industria alimentaria del futuro.



